lunes, 6 de marzo de 2017

CERCA DOS NOVENTA

Cerca dos noventa e non teño mais que  dous netos Bioloxicos, e moitos mais de adocción, encántame que me chamen avoa as amizades das miñas fillas e as dos meus netos, rexuvenéceme falar con eles.
Nestes últimos anos perdín moita facilida de palabra pero ainda así, as veces cóntanme e oénme
tamén as miñas opinions.
Teño duas fillas e con elas nunca tiven problemas de comunicación e ahora xa temos un trato de amizade, respetuosa por ambas partes e de moita confianza.
En Galicia de donde emigrei deixen unha gran familia, meus pais, a quen lembro como duas persoas adelantadas a sua época, que tiveron unha gran influencia na miña vida, e ainda hoxe encontro alguha das suas ideas tan de vanguarda que deixan pequeniños a moita xente chamada  moderna.
Meos irmans que eran oito, tamén pesaron para facer a despedida dolorosa. O pobo, as costumes, eran moitas cousas das que me despedín pero a ilusión de chegar a terra prometida contrapesou a morriña que sería natural que me dera.
Encontrei  o chegar o meu home que me reciveu falando galego, paseoume por Caracas donde me decatei que non chegara a   un pobo atrasado e inculto e despois de tres días emprendimos o viaxe hacia Ciudad Bolívar donde me esperaba unha casiña que o home me mostrou co a satisfacción de quen mostra unha xoia que fixo cas suas mans e pensando en min. Encontreime tan a gusto nela como si fora un palacio e nela naceron as nosas fillas, unha delas e nai dos nosos  netos.   
 Criamos unha familia acomodada e feliz, cos altos e vaixos propios da xente común de clase media, sempre vivimos en casa propia e pasábamos un mes de vacacions nas praias do Caribe.
Para min mandar as fillas o colexio dos Jesuitas, foi un triunfo solo igualado cando tiven nas mans o seus certificados de final de carreira. 
E para facer a historia mais guapa, temos o xenro
que merecemos, non quero sinalar oseus  bons atributos solo digo que no no ai mellor
Os meus netos merecen todo meu cariño e para min sera un gusto escribir cousas deles que pa eso somos as avoas, para presumir dos netos guapos fareino outro dia que hoxe xa cansei non en valde teño casi noventa anos 
        ORIETA




 

sábado, 5 de noviembre de 2016

Entre nos
Por fin voy a escribir algo que te prometí, Olga Prado, a ver si recuerdo las peripecias que nos tocó vivir, y aunque involucre a otra gente, nosotras dos, y tú principalmente serás la protagonista.
Me gusta recordar la noche que fuiste concebida. 
El jueves santo de mil novecientos cincuenta y nueve fuimos a la playa con la familia, pasamos un día perfecto de sol y baño y bromas. En la noche no paso nada que no fuera normal, pero en la mañana ya me sentí diferente, ya supe que teníamos bebé y en diciembre  llegaste. Esperábamos  un varón, tu papá no quería ponerle Pedro y yo elegí Orlando, cuando desperté de la anestesia me dijeron que eras una niña preciosa, yo estaba medio atontada y al parecer no mostré mucho entusiasmo lo que tu papá tomó por disgusto y se preocupó por mi y por ti.
Es 'mejor que sea niña, le hará compañía a su hermana, los hombres somos mas problemáticos, me decía, pensando en el entusiasmo que yo tenía por el varón, me costó convencerlo que yo estaba feliz contigo.
No me hace falta decirte que tu hermana fue tu maestra cuando empezaste a hablar, tu cuidadora y tu defensora y aún hoy si le dejaras o hiciera falta lo haría igualito.
De tu papá no te voy hablar mucho, se que veneras su recuerdo, pero hay un detalle que me resulta tan tierno que aunque tú lo tengas presente voy a darme el gusto de recordarlo.
En una tarde que íbamos a salir de paseo te dejé vestidita en la sala mientras arreglaba a tu hermana, cuando voy a buscarte tu papa te estaba peinando con todo cuidado y ya tenias la cabeza llena de tirabuzones.
 Sorprendida ante tanta belleza, le pregunto donde aprendió y con la sencillez que lo caracterizaba me dijo: Yo peinaba a mi hermana pequeña.
Pedro no era morriñoso, pero de seguro que mientras te peinaba estaba transportado en su mente  con su gente en Castromayor.
Se me agolpan tantos recuerdos que no se por donde seguir.
De chiquita estuviste delicada; los antibióticos estaban de moda, y nadie sabía que eran y son buenos, o malos si se aplican en exceso;
no teníamos con nosotros ninguna de las abuelas para que nos dijera que los turrones de Navidad influyen en la leche con que se alimenta el bebé y si este no puede digerirla la mamá debe comer alimentos mas ligeros y tomar mucha manzanilla.
Naciste en el mes de la Navidad y lo pagamos caro, tu flora intestinal se te resintió y te negabas a comer, fue una lucha que duró años y de esta época también tienes unas cuantas  anécdotas  dignas de comentar.
El colegio estaba cerquita de la casa de tus padrinos y en unos días que estabas delicada y no querías perder clases, acordamos que te quedaras a almorzar con ellos porque ir en el transporte te molestaba, te quedaste dos o tres días y como Montse te hacia comer no quisiste quedarte mas, preferiste el transporte.
Otro día estábamos en casa Maradey, donde había cinco niños, cuando llegaron del colegio, el mayor hizo toddy para todos y puso
los siete vaso llenos, encima de la mesa, al ver que cada quien tomaba uno, incluso tu hermana, tú también tomaste el tuyo y con toda naturalidad lo bebiste. Tendrías tres añitos .
Vilmita, como la llamábamos en esa época, empezó el colegio, y los niños que vivían cerquita también, tu eras la mas chiquita así que pasabas el día pendiente de que regresaran.
Todos los niños saben ir a la escuela menos yo, decías cuando los veías marchar, tanto peleaste que al fin decidimos ponerte en una escuelita de la vecindad, Tu papá llego un día con una sillita y te dijo mamá te va a llevar mañana a la escuela. No hacía falta decirte que te portaras bien, siempre lo hacías y desde siempre fuiste estudiosa y lo demostraste al entrar en la Universidad a los dieciseis años. En los colegios que estudiaste tanto el de primaria como en la secundaria dejaste un buen recuerdo, y no faltan anécdotas, buenas y regulares que recordar y hasta en Fe y alegría tuviste en tercer grado una monja que merece un cariñoso saludo por todo lo que te ayudo principalmente en matemáticas que era tu materia preferida.
En contraposición tenemos otra monjita con cara de ángel en Nazareth que un día con tu boletín de notas le pregunté qué travesuras hacías para merecer notas tan bajas, me contestó que el cuadro de honor no era para todas. Cuando fue hacer su año sabático mi niña no bajo del cuadro de honor.
Cuando terminaste el bachillerato fuiste a Caracas hacer el examen de capacitación a la Universidad, por si es caso no salías en una fuiste a tres y en las tres te aceptaron, escogimos la Metropolitana porque la casa de tus padrinos estaba cerquita y todos preferimos que al menos en los primeros tiempos no estuvieras tanto tiempo expuesta en la calle. Tus padrinos te adoptaron y te cuidaron igual que si fueras su hija, eso lo sabes mejor que yo, y por eso les estamos tan agradecidos.
De aquí en adelante solo sé de tu vida lo que tu me contabas, cuando venías de vacaciones pasábamos horas hablando, en el segundo semestre te contactó una profesora de matemáticas que te había dado clases y desde entonces diste clases de bachillerato
 todos los veranos. 
Cuando te fuiste eras tan delgadita que parecías una niña y hasta te pedí que esperaras un año para irte, cosa que ni tú ni tu papá aceptaron y tuve  que aguantarme mis miedos de que  pudieran corromperte 
Todo salió bien, estoy muy orgullosa de ti por que eres mi sueño hecho realidad.
 Vilma mamá de Olga Prado
 




















 ivamos
   

miércoles, 12 de octubre de 2016

Falamos galego en Venezuela

   Ouvo un tempo o comenzo do siglo vinte, que nin en España nin en Galicia daba nota falar galego, as xentes das casas grandes, puxeron de moda o castelán, e os das casas non tan grandes pareceunos mais elegante que o noso galego, que según moitos era a lingua dos campesinos. Lembro unha esclamación dun home de letras, que nunha poesía decía algo así "Pobre Galicia que os teus fillos se avergoñan de ti"
Despois da guerra do trinta e seis cambaronse as tornas, e empezouse a valorar  o noso, o valorarse o nacionalismo en toda España.
Eu non me din de conta de estes cambios, non estaba en Galicia e a miña fala era a de sempre cos alleos falaba castelán, e na casa falábamos  o que habíamos falado desde que naceramos: o noso galego, tiñamos familiares e amigos cos que pasabamos o tempo de vagar e  con toda naturalidade falabamos o que nos unía e con eso  sentíamonos na casa sin morriñas.
O meu home cando eu cheguei tiña sete anos sin falar galego, pois traballaba con italianos e venezolanos. Outro tanto lle pasaba a meu cuñado, miña irmán tamen veo despois del, o chegar as mulleres uníronsenos outros matrimonios Ester e Antonio  Gallardo, de Lugo , Arcadio Martínez e Montse asturianos.  Os catro matrimonios facíamos xuntanzas nas praias do río  en domingos especiaes, ou nas praias do caribe cando tíñamos varios días de vacacions, levávamos todo un equipo e acampábamos na misma praia, levávamos os nosos pícaros e casi sin sentilo aprenderon o idioma e non lles e allea a nosa  cultura, de eso síntome moi orgullosa pola parte que me tocou .
Levamos a nosa herdanza sin fanatismos, con ledicia e orgullo; a nosa mesa e alavada, os nosos pratos típicos, compiten de igual a igual cos de xente que toda vida foron referentes de grandes chefs. Temos moitos motivos por qué estar orgullosos de ser galegos e a tortilla de pataca, a empanada de raxo, o xamón serrano son algunhas das nosas tarxetas de presentación.
Non somos guapos de todo, os galegos en xeral somos boa xente, pero  como somos humans, temos os mismas acertos e as mismas fallas do  resto do mundo.
Sintínme tan ben cando Don Enrique Cabanela operou o Rey, non por ser o Rey,  por ser él  de Mondoñedo o eminente médico que é, e que todo mundo o soupo.
A boa xente non lle fai falta destacar tanto para ser admirados, pero cando destacan os nosos paisanos agradecemos, poder decir E GALEGO, E COMO EL HAI MOITOS.




viernes, 7 de octubre de 2016

Recuerdos de juventud,

Voy a poner a prueba mi memoria reseñando los hechos que me tocó vivir en toda mi vida, desde que tengo uso de razón hasta hoy. Lo haré a modo de ejercicio para ayudar a mi cerebro a luchar con la vejez. Nací en el año mil novecientos veintisiete, me estoy acercando a los noventa y mi mente sigue lúcida y me esforzaré para que siga así.
No protagonicé nada tan importante que se merezca un gran  artículo; si excepto que me tocó vivir siempre con gente muy valiosa que me ayudó a crecer con armonía enseñándome con su ejemplo los valores sagrados de la raza humana. Los maestros o las lecciones siempre llegan a la gente cuando esta está dispuesta a aprender y unas veces aprendiendo y otras enseñando pasamos la vida.
Fui una niña dócil, conforme y obediente, me crié entre mis ocho hermanos como una sombra, querida y aceptada por todos ellos, cuatro mujeres y cuatro hombres y yo en el medio.
Tengo la impresión que desde que nací mis hermanos mayores me adoptaron sin desbancar a mis padres, les hicieron el favor de aligerarles la tarea ocupándose de mi y a unos y otros tengo mucho que agradecer. Mi padre que era tierno y muy cariñoso, conmigo nunca fue imponente, siempre confió en mi al igual que yo en él, y mi mama (a quien me parezco mucho), nunca me trató con melindres por ser la mas pequeña, su estilo era la naturalidad y su trato conmigo era cónsono con mi edad.
En mil novecientos treinta y seis estalló la guerra civil española; este hecho marco un antes y un después, a todos nos afectó de una o de otra  manera, para mi fue un aprendizaje extraordinario guerra y posguerra; navegué en eses años sin darme cuenta de la importancia que tenían las cosas, seguía siendo la sombra de mis hermanos, pasó tiempo para que me fuera dando cuenta de la gran influencia que esto tuvo en mi forma de ser.
Recuerdo a mi cuñado Mauel Cobas, un hombre moderno, puedo decir un gran maestro coerente que con su bien hacer me enseñó que el valor de ser mujer va mas allá de su físico y el hecho de no tener estudios ni dinero no la hace inferior, me recomendó libros, me acompañó a conciertos de música selecta, el tiempo que pase con él y con mi hermana mayor fue muy importante para mi.
Tengo dos hijas, las dos muy queridas y con ellas  me realicé como mamá, y como maestra y también  a ser aprendiz. Cuando se quiere aprender maestros no faltan.
Mi hija mayor estudió  medicina china, toda la familia la apoyó y a su lado todos salimos favorecidos, ya éramos aficionados a las culturas orientales y esto nos llevó unos pasos mas adelante.
Leonardo mi yerno, es otro ser que entró en la familia por la puerta grande. Doctor en sicología se caso con mi hija mas joven, hombre
estudioso por excelencia, toda la vida trabajó y al mismo tiempo estudió haciéndose así el hombre mas encantador y servicial y como persona lo mejor de lo mejor.
El me puso en contacto con el Sufismo y ahi vamos transitando por ese camino a veces tan difícil 
Tiene dos hijos que hoy ya son hombres y me enorgullece llamarlos
 mis nietos  
Mi padre, mi marido y mi yerno tenían mucho en común. Dicen que las mujeres buscamos el hombre que se parece a nuestro padre
En nuestro caso tuvimos la suerte de encontrarlo
De joven me puse presumida, pensando que no me importaba, lo que otras personas pensaran de mi y hasta me atreví a romper algunos tabúes. Mondoñedo es un pueblo pequeño y entonces chocaba que una mujer entrara en un café y cosas por estilo, no les cuento cuando me case por poderes y luego emigre para reunirme con mi esposo hay muchos detalles que el paso del tiempo les va quitando importancia, pero en su momento marcaron huella y para desmentir a los que pensaban que había hecho una barbaridad mi matrimonio fue un éxito que duro cuarenta y cinco años. En el año dos mil enviudé y eso si me marco, estos últimos años hubo tantos cambios y tan malos que solo queda sitio para la añoranza

viernes, 4 de noviembre de 2011

UNA ANÉCDOTA

Manuel al salir del trabajo solía comprar alguna exquisitez para cenar él y su esposa, costumbre que tenía desde siempre. Esta tarde, además del pastelito de hojaldre, entró en la pescadería y compró calamares; en el camino se le iba haciendo agua la boca al pensar en lo ricos que le quedaban a Rosa los calamares en su tinta y que de seguro comerían  en el almuerzo del día siguiente. Al llegar a su casa Rosa no estaba, guardó el pescado en el congelador, y se puso a ver la Tele, esperándola.
- ¿Hace mucho tiempo que llegaste? Le preguntó Rosa, entrando.
- No, estoy llegando, ¿fuiste a pagar el condominio?, mira traje unos pasteles, y unos calamares que ya guardé en el congelador.
- Que bueno!. ¿Quieres que haga una taza de chocolate para comer con los pasteles? ... Siguieron hablando y comentando las incidencias del día y no se habló mas de los calamares.
Al día siguiente todo discurrió con normalidad, y al mediodía Manuel venía almorzar muy seguro que lo esperaba el manjar negro que tanto le gustaba.
Al abrir la puerta el olor era inconfundible, tal parecía que estaba entrando en un restaurant, la mesa estaba puesta, encima de la hornilla la marmita de sus sueños.
-  ¡Que bien huele! y destapó la olla. ¿Que es esto?. ¿Arroz?!, ¡hiciste los calamares con arroz!, ¡no puedo creerlo!. No los quiero!.
- Tu no me digiste como los querías, y te advierto que no hay otra cosa.
- Prefiero comer un bocadillo.
Ella muy calmada, muy ecuánime le dice:
- Muy bien, tu te lo haces, yo voy comer mi arroz.
Manuel  come su bocadillo y se va a trabajar, cuando viene a la noche ya conforme, y con ganas de cenar. Va a la nevera buscando el arroz y no lo ve por ninguna parte, y con humilde suavidad le pregunta.
- Rosa, ¿donde están los calamares?
- Mira mi amor, como digiste que eran una basura, que no los querías, los boté al aseo.
Y así realmente lo había hecho. Rosa estaba dolida pero siguio muy entera, sin recriminaciones ni peleas y absolutamente firme. Manuel acuso el aprendizaje de ese día también.

Apesar de los muchos años que tenían de convivencia, fue una lección para los dos.

lunes, 25 de julio de 2011

ANGELICA Y LOS GITANOS

En las afueras del pueblo acamparon unos gitanos, con sus tres carromatos, sus caballos pastaban alrededor y cerca de donde armaron sus fogones con sus ahumadas ollas para cocinar; por entre las viejas cortinas de los carromatos, se veían colchonetas y toda una miscelania de cachibaches. Eran los típicos gitanos de feria, las mujers vestidas con sus faldas largas de abigarrados colores, niños medio vestidos corriendo de aca para allá, hombres mal encarados y todos hablado en su jerga. Todo el cuadro era alucinante, para la gente común del barrio que estaba a cien metros escasos, para los niños del barrio eran atractivos e imponentes les daban curiosidad y al mismo tiempo les temían, las sempiternas habladurías de que los gitanos roban los niños, no los dejaban confiarse y aunque lo deseaban no se acercaban mucho.
Angelica era la niña mas pequeña de la numerosa familia Gomez, mimada y consentida por toda la familia, era cariñosa y tierna con todo el mundo, pero como era muy miedosa siempre que le era posible estaba pegada a su papá, para ella, solo con él estaba a salvo de todo, y él nunca la rechazaba, y aunque no la mimaba en esceso, si procuraba desmitificar las cosas que a ella le daban miedo: le aseguraba que no había brujas, ni demonios, ni infierno; pero olvidó decirle que "los gitanos no robaban niños, ni eran tan malos, que solo eran feriantes, gente nómada."
Un día estando de visita  en casa de los Gomez, Doña Lola, amiga de la familia, le hizo gracia que  la niña estubiera tan pendiente de su padre y por hacerle una broma le dijo:
 - Tus papás no son estos señores, a ti te dejaron olvidada unos gitanos en una noche de invierno y como hacía mucho frío, Pilar te trajo para la casa, y tu crees que son tus papás pero no lo son.
La niña por un instante se vio en la carabana de los gitanos que estaban acampados en el cruce de la carretera, con el horror pintado en su cara le dice a su padre:
 - ¿Eso no es verdad? Yo soy de esta casa, no soy hija de gitanos.
 Por supuesto sus padres trataron de tranquilizarla, la niña no entendía la broma era muy pequeña, y no podía pensar que un adulto digera una mentira.Con la cara muy seria miró a su mamá y luego a su papá.
 - No quiero que me lleven los gitanos, no iré a la carretera a jugar mientras ellos estén allí.
Años más tarde, cuando en las ferias anuales venían, ya eran otra gente, sus carabanas, su campamento tenían otro aspecto, las mujeres vestian con el mismo estilo, pero elegantes, los hombres mayores seguian siendo mal encarados y Angelica seguía teniéndoles miedo. De aquella broma le quedó un "no se que" que le hacía fijarse en los gitanos, buscándoles  algún parecido, como si quisiera certificar una y otra vez de donde era ella, y a veces se preguntaba: ¿Como sería yo si fuera una de ellos?.
Terminó gustándole su música, perdiéndoles el miedo y sabiendo que no hay nada malo en ser diferente.
Angelica a sus 83 años aun le gusta disfrutar de un buen concierto de Flamenco.