viernes, 4 de noviembre de 2011

UNA ANÉCDOTA

Manuel al salir del trabajo solía comprar alguna exquisitez para cenar él y su esposa, costumbre que tenía desde siempre. Esta tarde, además del pastelito de hojaldre, entró en la pescadería y compró calamares; en el camino se le iba haciendo agua la boca al pensar en lo ricos que le quedaban a Rosa los calamares en su tinta y que de seguro comerían  en el almuerzo del día siguiente. Al llegar a su casa Rosa no estaba, guardó el pescado en el congelador, y se puso a ver la Tele, esperándola.
- ¿Hace mucho tiempo que llegaste? Le preguntó Rosa, entrando.
- No, estoy llegando, ¿fuiste a pagar el condominio?, mira traje unos pasteles, y unos calamares que ya guardé en el congelador.
- Que bueno!. ¿Quieres que haga una taza de chocolate para comer con los pasteles? ... Siguieron hablando y comentando las incidencias del día y no se habló mas de los calamares.
Al día siguiente todo discurrió con normalidad, y al mediodía Manuel venía almorzar muy seguro que lo esperaba el manjar negro que tanto le gustaba.
Al abrir la puerta el olor era inconfundible, tal parecía que estaba entrando en un restaurant, la mesa estaba puesta, encima de la hornilla la marmita de sus sueños.
-  ¡Que bien huele! y destapó la olla. ¿Que es esto?. ¿Arroz?!, ¡hiciste los calamares con arroz!, ¡no puedo creerlo!. No los quiero!.
- Tu no me digiste como los querías, y te advierto que no hay otra cosa.
- Prefiero comer un bocadillo.
Ella muy calmada, muy ecuánime le dice:
- Muy bien, tu te lo haces, yo voy comer mi arroz.
Manuel  come su bocadillo y se va a trabajar, cuando viene a la noche ya conforme, y con ganas de cenar. Va a la nevera buscando el arroz y no lo ve por ninguna parte, y con humilde suavidad le pregunta.
- Rosa, ¿donde están los calamares?
- Mira mi amor, como digiste que eran una basura, que no los querías, los boté al aseo.
Y así realmente lo había hecho. Rosa estaba dolida pero siguio muy entera, sin recriminaciones ni peleas y absolutamente firme. Manuel acuso el aprendizaje de ese día también.

Apesar de los muchos años que tenían de convivencia, fue una lección para los dos.

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