viernes, 7 de octubre de 2016

Recuerdos de juventud,

Voy a poner a prueba mi memoria reseñando los hechos que me tocó vivir en toda mi vida, desde que tengo uso de razón hasta hoy. Lo haré a modo de ejercicio para ayudar a mi cerebro a luchar con la vejez. Nací en el año mil novecientos veintisiete, me estoy acercando a los noventa y mi mente sigue lúcida y me esforzaré para que siga así.
No protagonicé nada tan importante que se merezca un gran  artículo; si excepto que me tocó vivir siempre con gente muy valiosa que me ayudó a crecer con armonía enseñándome con su ejemplo los valores sagrados de la raza humana. Los maestros o las lecciones siempre llegan a la gente cuando esta está dispuesta a aprender y unas veces aprendiendo y otras enseñando pasamos la vida.
Fui una niña dócil, conforme y obediente, me crié entre mis ocho hermanos como una sombra, querida y aceptada por todos ellos, cuatro mujeres y cuatro hombres y yo en el medio.
Tengo la impresión que desde que nací mis hermanos mayores me adoptaron sin desbancar a mis padres, les hicieron el favor de aligerarles la tarea ocupándose de mi y a unos y otros tengo mucho que agradecer. Mi padre que era tierno y muy cariñoso, conmigo nunca fue imponente, siempre confió en mi al igual que yo en él, y mi mama (a quien me parezco mucho), nunca me trató con melindres por ser la mas pequeña, su estilo era la naturalidad y su trato conmigo era cónsono con mi edad.
En mil novecientos treinta y seis estalló la guerra civil española; este hecho marco un antes y un después, a todos nos afectó de una o de otra  manera, para mi fue un aprendizaje extraordinario guerra y posguerra; navegué en eses años sin darme cuenta de la importancia que tenían las cosas, seguía siendo la sombra de mis hermanos, pasó tiempo para que me fuera dando cuenta de la gran influencia que esto tuvo en mi forma de ser.
Recuerdo a mi cuñado Mauel Cobas, un hombre moderno, puedo decir un gran maestro coerente que con su bien hacer me enseñó que el valor de ser mujer va mas allá de su físico y el hecho de no tener estudios ni dinero no la hace inferior, me recomendó libros, me acompañó a conciertos de música selecta, el tiempo que pase con él y con mi hermana mayor fue muy importante para mi.
Tengo dos hijas, las dos muy queridas y con ellas  me realicé como mamá, y como maestra y también  a ser aprendiz. Cuando se quiere aprender maestros no faltan.
Mi hija mayor estudió  medicina china, toda la familia la apoyó y a su lado todos salimos favorecidos, ya éramos aficionados a las culturas orientales y esto nos llevó unos pasos mas adelante.
Leonardo mi yerno, es otro ser que entró en la familia por la puerta grande. Doctor en sicología se caso con mi hija mas joven, hombre
estudioso por excelencia, toda la vida trabajó y al mismo tiempo estudió haciéndose así el hombre mas encantador y servicial y como persona lo mejor de lo mejor.
El me puso en contacto con el Sufismo y ahi vamos transitando por ese camino a veces tan difícil 
Tiene dos hijos que hoy ya son hombres y me enorgullece llamarlos
 mis nietos  
Mi padre, mi marido y mi yerno tenían mucho en común. Dicen que las mujeres buscamos el hombre que se parece a nuestro padre
En nuestro caso tuvimos la suerte de encontrarlo
De joven me puse presumida, pensando que no me importaba, lo que otras personas pensaran de mi y hasta me atreví a romper algunos tabúes. Mondoñedo es un pueblo pequeño y entonces chocaba que una mujer entrara en un café y cosas por estilo, no les cuento cuando me case por poderes y luego emigre para reunirme con mi esposo hay muchos detalles que el paso del tiempo les va quitando importancia, pero en su momento marcaron huella y para desmentir a los que pensaban que había hecho una barbaridad mi matrimonio fue un éxito que duro cuarenta y cinco años. En el año dos mil enviudé y eso si me marco, estos últimos años hubo tantos cambios y tan malos que solo queda sitio para la añoranza

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