sábado, 5 de noviembre de 2016

Entre nos
Por fin voy a escribir algo que te prometí, Olga Prado, a ver si recuerdo las peripecias que nos tocó vivir, y aunque involucre a otra gente, nosotras dos, y tú principalmente serás la protagonista.
Me gusta recordar la noche que fuiste concebida. 
El jueves santo de mil novecientos cincuenta y nueve fuimos a la playa con la familia, pasamos un día perfecto de sol y baño y bromas. En la noche no paso nada que no fuera normal, pero en la mañana ya me sentí diferente, ya supe que teníamos bebé y en diciembre  llegaste. Esperábamos  un varón, tu papá no quería ponerle Pedro y yo elegí Orlando, cuando desperté de la anestesia me dijeron que eras una niña preciosa, yo estaba medio atontada y al parecer no mostré mucho entusiasmo lo que tu papá tomó por disgusto y se preocupó por mi y por ti.
Es 'mejor que sea niña, le hará compañía a su hermana, los hombres somos mas problemáticos, me decía, pensando en el entusiasmo que yo tenía por el varón, me costó convencerlo que yo estaba feliz contigo.
No me hace falta decirte que tu hermana fue tu maestra cuando empezaste a hablar, tu cuidadora y tu defensora y aún hoy si le dejaras o hiciera falta lo haría igualito.
De tu papá no te voy hablar mucho, se que veneras su recuerdo, pero hay un detalle que me resulta tan tierno que aunque tú lo tengas presente voy a darme el gusto de recordarlo.
En una tarde que íbamos a salir de paseo te dejé vestidita en la sala mientras arreglaba a tu hermana, cuando voy a buscarte tu papa te estaba peinando con todo cuidado y ya tenias la cabeza llena de tirabuzones.
 Sorprendida ante tanta belleza, le pregunto donde aprendió y con la sencillez que lo caracterizaba me dijo: Yo peinaba a mi hermana pequeña.
Pedro no era morriñoso, pero de seguro que mientras te peinaba estaba transportado en su mente  con su gente en Castromayor.
Se me agolpan tantos recuerdos que no se por donde seguir.
De chiquita estuviste delicada; los antibióticos estaban de moda, y nadie sabía que eran y son buenos, o malos si se aplican en exceso;
no teníamos con nosotros ninguna de las abuelas para que nos dijera que los turrones de Navidad influyen en la leche con que se alimenta el bebé y si este no puede digerirla la mamá debe comer alimentos mas ligeros y tomar mucha manzanilla.
Naciste en el mes de la Navidad y lo pagamos caro, tu flora intestinal se te resintió y te negabas a comer, fue una lucha que duró años y de esta época también tienes unas cuantas  anécdotas  dignas de comentar.
El colegio estaba cerquita de la casa de tus padrinos y en unos días que estabas delicada y no querías perder clases, acordamos que te quedaras a almorzar con ellos porque ir en el transporte te molestaba, te quedaste dos o tres días y como Montse te hacia comer no quisiste quedarte mas, preferiste el transporte.
Otro día estábamos en casa Maradey, donde había cinco niños, cuando llegaron del colegio, el mayor hizo toddy para todos y puso
los siete vaso llenos, encima de la mesa, al ver que cada quien tomaba uno, incluso tu hermana, tú también tomaste el tuyo y con toda naturalidad lo bebiste. Tendrías tres añitos .
Vilmita, como la llamábamos en esa época, empezó el colegio, y los niños que vivían cerquita también, tu eras la mas chiquita así que pasabas el día pendiente de que regresaran.
Todos los niños saben ir a la escuela menos yo, decías cuando los veías marchar, tanto peleaste que al fin decidimos ponerte en una escuelita de la vecindad, Tu papá llego un día con una sillita y te dijo mamá te va a llevar mañana a la escuela. No hacía falta decirte que te portaras bien, siempre lo hacías y desde siempre fuiste estudiosa y lo demostraste al entrar en la Universidad a los dieciseis años. En los colegios que estudiaste tanto el de primaria como en la secundaria dejaste un buen recuerdo, y no faltan anécdotas, buenas y regulares que recordar y hasta en Fe y alegría tuviste en tercer grado una monja que merece un cariñoso saludo por todo lo que te ayudo principalmente en matemáticas que era tu materia preferida.
En contraposición tenemos otra monjita con cara de ángel en Nazareth que un día con tu boletín de notas le pregunté qué travesuras hacías para merecer notas tan bajas, me contestó que el cuadro de honor no era para todas. Cuando fue hacer su año sabático mi niña no bajo del cuadro de honor.
Cuando terminaste el bachillerato fuiste a Caracas hacer el examen de capacitación a la Universidad, por si es caso no salías en una fuiste a tres y en las tres te aceptaron, escogimos la Metropolitana porque la casa de tus padrinos estaba cerquita y todos preferimos que al menos en los primeros tiempos no estuvieras tanto tiempo expuesta en la calle. Tus padrinos te adoptaron y te cuidaron igual que si fueras su hija, eso lo sabes mejor que yo, y por eso les estamos tan agradecidos.
De aquí en adelante solo sé de tu vida lo que tu me contabas, cuando venías de vacaciones pasábamos horas hablando, en el segundo semestre te contactó una profesora de matemáticas que te había dado clases y desde entonces diste clases de bachillerato
 todos los veranos. 
Cuando te fuiste eras tan delgadita que parecías una niña y hasta te pedí que esperaras un año para irte, cosa que ni tú ni tu papá aceptaron y tuve  que aguantarme mis miedos de que  pudieran corromperte 
Todo salió bien, estoy muy orgullosa de ti por que eres mi sueño hecho realidad.
 Vilma mamá de Olga Prado
 




















 ivamos
   

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