viernes, 8 de julio de 2011

TRES DE CUATRO

Arcadio cumplió los 18 años en Caracas, asturiano de nacimiento, emigrante por necesidad. De pinche de cocina, camarero, chofer de transporte, empleado de confianza, y muchos oficios más, que no voy a reseñar, por que al fin fue la sabida historia de todos los que venimos buscando una mejor vida que la que teníamos en España; trabajar y trabajar, para mandar el dinero que nos habían prestado para el pasaje y procurarnos una vida acorde con nuestros sueños..
La verdadera aventura de Arcadio, empezó en Asturias, en un pueblito de montaña donde vivía con sus padres y sus cuatro hermanos; él era el del medio. En las montañas de Asturias, la guerra civil del año treinta y seis peleó sus batallas aldea por aldea, la casa de los Martínez con sus cinco niños y su madre, estaba en un barrio casi despoblado, sus vecinos huyendo de la guerra se habian mudado. Arcadio con cinco años estaba enfermo con pulmonía, era muy peligroso sacarlo por la lluvia que en las montañas es peremne, acurrucados en la casa evitaron el tiroteo de ambos bandos y mientras el niño iba mejorando su madre fue preparando alforjas con viandas, y ropa seca para poder huir, cruzando la montaña,  además tenían que llevar la vaca para asegurarse de tener leche. En un anochecer salieron en caravana, el mayor de los hermanos iba rompiendo filas cargado de mochilas, luego la madre con el bebé en brazos y cuidando de los tres que iban montados en la vaca a la que había que guiar y así cruzaron caminos y senderos caminaron toda la noche evitando encontrarse con soldados que los detuvieran.
Nos lo contaba en una tarde de domingo, según él lo más enternecedor fue como su mamá los entrenó para que fueran calladitos cuando pasaban por zonas de peligro, para ellos fue la gran aventura, ni Don Quijote con sus molinos les ganaría en emoción.
La  historia de Arcadio y Montse, tiene algo fuera de lo común, en una ocasión  un compañero de trabajo de él recibió unas fotos de familiares, desde Cataluña, era una celebración familiar; Arcadio le llamó la atención una joven muy bella y le pidio a su amigo la dirección de ella, le escribió y se fueron enamorando por carta y despues de escribirse por un tiempo, decidieron casarse. El era muy correcto y le escribió al papá, pidiendole la mano de su hija, el Sr. Lope ya se había enterado que era un hombre de bien, se sintió complacido, aunque sabía que perdía a su hija, se casaron por poder, y ella se vino a vivir con él para Venezuela.
Eramos cuatro parejas, nos conocimos en  Puerto Ordaz, cuando ya el tiempo de adaptación era perfecto, nos reuníamos y la charla obligada era rememorar nuestra niñez, lo traviesos que fuimos, en eso llevaban la palma unos más que otros, los cuatro hombres.
Hablábamos de España con cariño, nunca dejamos de sentirnos españoles, ni gallegos los seis que lo éramos, pero a la vez apreciabamos e íbamos queriendo lo que hacíamos en Venezuela, nuestros hijos eran venezolanos y los que nacieran en España se nacionalizaron  para poder estudiar lo que querían. Arcadio y Montse no tuvieron hijos, los nuestros  también eran de ellos y así formábamos una familia con cuatro casas.
El consiguió un buen puesto en una compañía americana que extraía el mineral de hierro, además de ser confiable y muy competente se preocupó de estudiar, hablaba ingles y eso abría puertas, en fin tenían una situación desahogada y sus vacaciones las disfrutaban viajando. Visitaron Argentina, Méjico y claro España.
Pero como la vida es un relevo de situaciones, tocó apechugar con lo difícil, Arcadio se infartó, a fuerza de muchos cuidados logró superarlo sin secuelas, pero con la advertencia de que si le daba el siguiente no sería igual.
Un especialista le habló de un cardiólogo que estaba haciendo pruebas en Argentina a pecho abierto pero aún estaba en fase de prueba y de hecho buscaban personas que quisieran servir de "conejitos de indias". Se dió de baja en el trabajo e hizo los arreglos pertinentes para ir a Argentina; su familia allá ya le había apartado el cupo en la clínica y al poco tiempo de llegar lo recibió el doctor y ajusta y compón, el doctor lo encontró idoneo  para la operación: era un hombre joven, fuerte y muy disciplinado, el origen de su problema era hereditario mas no originado por malos hábitos de vida; cumplió al pie de la letra todos los requisitos que le pidieron y no tardó mucho en entrar en quirófano y hace cuarenta años esa era una operación de alto riesgo. ¿Y como la vivió nuestra Montse?: lo acompañó todo el tiempo, y como era una operación pionera el hospital le premitió verla en una pantalla de una sala privada y ella muy serena la presenció. En el post operatorio fue una campeona, y la operación fue un éxito y nuestro hombre volvió a la palestra, pero esta vez lo hizo en Argentina.
Como en Argentina no les fue muy bien, probaron de quedarse en Méjico con su otro hermano, y a pesar de lo muy bien que se llevaban con toda la familia; desistieron por problemas con las legalizaciónes y regresaron, se residenciaron en Caracas y al fin trabajaron en lo que les gustaba, él de encargado de un comercio de telas, ella en la misma cadena pero en otro local. Al fin estaban de nuevo en su casa, en Venezuela.
Y aquí vivieron hasta que se retiraron y regresaron a España. Tener dos patrias a veces no es fácil, cuando estás en una añoras la otra, aquí quedaron los amigos los recuerdos de lo vivido cuando eran jóvenes y pienso que este desarraigo dolió mas, mucho más que el primero.
No quiero dejar en el tintero, que mi  hija más joven vivió con ellos mientras estudió su carrera, era su ahijada, pero en esos años la trataron como si fuera su hija, ella se sintió muy afortunada contando con ellos.
El no se sentiría bien, si hablo de su modo de ser, de su caracter, no le gustaban los halagos, él pensaba que era como tenía que ser y punto. Nunca lo oí hablar mal de nadie. Cuando estuvo enfermo, se acercó a la religión, pero no se hizo ni fanático, ni pretendió evangelizar a nadie, eso era algo entre él y su Dios. Era un hombre muy respetuoso con la privacidad ajena. Era un Caballero.
De los ocho amigos que éramos, quedamos Monset y yo, ella vive en Asturias, yo en Puerto Ordaz, y seguimos en contacto por internet, el mismo cariño de siempre, a la verdadera amistad no la derrotan ni el tiempo ni la distancia ni siquiera la muerte.

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